martes, 20 de marzo de 2012

Los ecosistemas de innovación en Europa


En una economía que avanza en la dirección de la globalidad, el dinamismo y la competitividad, se hace cada día más evidente que para las grandes potencias económicas es indispensable el avance continuo en términos de innovación.

La Comisión Europea, en el año 2000 en Lisboa, ya se propuso para 2010 “convertir a la Unión Europea en la más competitiva y dinámica economía del mundo basada en el conocimiento”. Meta ambiciosa que ha quedado lejos de lograrse, ya que la Unión Europea se ve claramente superada por sus principales competidores en la actualidad:

Así, la Unión Europea se ha marcado, para 2020, el objetivo de invertir un 3% del PIB en I+D (1% en financiación pública y 2% en inversión del sector privado). Un objetivo que a primera vista parece un ligero avance, pero que vista la tendencia plana que esta variable tiene para la gran mayoría de los países, puede ser un objetivo ambicioso.

Por otra parte, a pesar de las bajas cifras globales, las diferencias dentro de la Unión Europea son importantes, encontrándose especialmente los países del norte entre los primeros a nivel mundial:


Pero como muestran los datos, sobre todo a los países del sur de Europa les queda un gran camino que recorrer.

Hoy por hoy, la vía de avance en materia de I+D se encuentra en los ecosistemas de innovación, para los que es una referencia Silicon Valley.

A diferencia de la industria estadounidense, la europea se encuentra mucho más atomizada, lo que representa un problema para importar un modelo como el citado en su formato original. No obstante, lo que Europa puede a importar es su esencia: la potenciación de flujos de información y conocimiento entre empresas, universidades, institutos tecnológicos y la Administración, para lograr la coproducción de valor basada en la continua innovación y avance en términos de capital humano.

Silicon Valley sirve como referencia mucho más por la presencia de empresas líderes como HP, Cisco, Google, eBay o Apple. Su esencia sí que se puede aplicar a la industria europea.

miércoles, 14 de marzo de 2012

El papel de los economistas ha de ser el de aguafiestas


Hemos comprobado una y otra vez que todo proceso de auge económico tiene, más o menos ocultas, una serie de debilidades. Estas, en muchos casos, se hacen evidentes cuando ya es demasiado tarde para evitar que lleguen a ser traumáticas, especialmente para los sectores más vulnerables de la sociedad. Entonces es cuando se centran todos los esfuerzos en relanzar la economía hacia una nueva fase de expansión.

Pero es precisamente en esta fase de expansión cuando los economistas han caído más en la autocomplacencia. Sobre todo cuando hablamos de periodos largos de expansión, se baja la guardia y la economía parece ir sobre ruedas. Todo perfecto. Hasta que salta la chispa, viene la recesión y todos dicen “yo ya lo había visto venir”.

Es un proceso que no siempre es tan exagerado, pero que en la actual situación económica ha sido evidente. La que probablemente sea la peor crisis económica de la historia debe dar lugar a un replanteamiento respecto a la actitud a seguir por los economistas. En mi opinión, debemos tener una actitud insistentemente crítica. Debemos buscar continuamente las debilidades. Las brechas que puedan haber en épocas de bonanza. Las hay. Siempre. Ningún crecimiento es perfecto y no lo puede ser en un entorno dinámico.

Hay que corregir a tiempo aunque implique parar los pies a aquellos que encabezan, o que más están aprovechando, el crecimiento (o la burbuja, en el peor de los casos). Toca jugar el papel de aguafiestas.

No es un reto sencillo. Pero debe ser un reto para los economistas en el futuro.








*Os dejo dos visiones contrapuestas sobre la situación económica que se dieron en las Jornadas de Alicante sobre Economía Española en 2006.