miércoles, 14 de marzo de 2012

El papel de los economistas ha de ser el de aguafiestas


Hemos comprobado una y otra vez que todo proceso de auge económico tiene, más o menos ocultas, una serie de debilidades. Estas, en muchos casos, se hacen evidentes cuando ya es demasiado tarde para evitar que lleguen a ser traumáticas, especialmente para los sectores más vulnerables de la sociedad. Entonces es cuando se centran todos los esfuerzos en relanzar la economía hacia una nueva fase de expansión.

Pero es precisamente en esta fase de expansión cuando los economistas han caído más en la autocomplacencia. Sobre todo cuando hablamos de periodos largos de expansión, se baja la guardia y la economía parece ir sobre ruedas. Todo perfecto. Hasta que salta la chispa, viene la recesión y todos dicen “yo ya lo había visto venir”.

Es un proceso que no siempre es tan exagerado, pero que en la actual situación económica ha sido evidente. La que probablemente sea la peor crisis económica de la historia debe dar lugar a un replanteamiento respecto a la actitud a seguir por los economistas. En mi opinión, debemos tener una actitud insistentemente crítica. Debemos buscar continuamente las debilidades. Las brechas que puedan haber en épocas de bonanza. Las hay. Siempre. Ningún crecimiento es perfecto y no lo puede ser en un entorno dinámico.

Hay que corregir a tiempo aunque implique parar los pies a aquellos que encabezan, o que más están aprovechando, el crecimiento (o la burbuja, en el peor de los casos). Toca jugar el papel de aguafiestas.

No es un reto sencillo. Pero debe ser un reto para los economistas en el futuro.








*Os dejo dos visiones contrapuestas sobre la situación económica que se dieron en las Jornadas de Alicante sobre Economía Española en 2006.

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